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En este escenario, activistas, hackers y comunidades de software libre desarrollan e impulsan protocolos de comunicación1 libres y abiertos, que proponen otras lógicas al margen de los intereses de las corporaciones privadas. A partir de estos protocolos, se han creado múltiples plataformas para redes sociales que respetan las libertades y garantizan la privacidad de quienes las utilizan para comunicar y comunicarse.
Breve cronología
El inicio de las redes sociales libres se remonta al año 2008, pero durante los primeros años su existencia se centralizó en torno a una única instancia llamada identi.ca. Después de 2012, su desarrollo se bifurcó en dos proyectos: pump.io -que todavía existe pero su desarrollo se encuentra abandonado- y GNU Social, red que concentró la mayor cantidad de usuarixs hasta 2016 y cuyo principal nodo fue Quitter.no2. Durante la denominada “era Quitter”, el promedio de lxs usuarixs daba cuenta de un perfil mayoritariamente informático.
Ese año, una nueva bifurcación dio lugar a Mastodon, plataforma escrita en Ruby, que hasta el día de hoy es la más popular, con alrededor de tres millones de usuarixs. En esta misma rama de desarrollo, en 2017 apareció Pleroma, escrito en Elixir. Los cambios en el diseño de la interfaz y la implementación de códigos de conducta favorecieron el ingreso de gran cantidad de usuarixs que ya no se limitaban exclusivamente al rubro informático.
A su vez, otras redes comenzaron como proyectos desde cero, en base a protocolos y software diferentes, como el caso de Diaspora*, iniciada en 2010. El mismo año tuvo origen el desarrollo de Friendica, proyecto que posteriormente fue bifurcado dando lugar al inicio de Hubzilla en 2012. Por último, en 2018 empezaron varios proyectos que, si bien todavía se encuentran en una etapa inicial de desarrollo, muestran indicios de gran potencial, entre los que se destacan Funkwhale, Pixelfed y PeerTube.
A simple vista, el panorama es mucho más amplio y heterogéneo que las opciones limitadas que ofrecen las redes sociales privativas, además de los riesgos ya enumerados que conlleva el uso de estas últimas. En las páginas que siguen se describen las características que, en su diversidad, comparten las redes sociales libres.
Características
Una red social libre está basada en software libre. En general no tiene fines de lucro y puede ser autogestionada por comunidades, así como sus usuarixs tienen la posibilidad de administrar y decidir sobre su identidad, privacidad y portabilidad de datos. Este tipo de redes pueden compartir uno o más de los aspectos que se describen a continuación.
Libres
La primera característica de estas plataformas es que reposan sobre programas informáticos -software, protocolos, aplicaciones- que cumplen con cuatro condiciones que se conocen como libertades del software libre:
0. Se puede utilizar para cualquier propósito, incluso con fines comerciales.
1. Se puede estudiar cómo está construido, modificarlo y adaptarlo a las necesidades. El acceso al código fuente es indispensable.
2. Se puede copiar y distribuir las copias.
3. Se puede mejorar y publicar la nueva versión, de modo de extender los beneficios de esas mejoras a toda la comunidad.
A nivel técnico, estas libertades garantizan -en la mayoría de los casos- una fácil instalación y mantenimiento de las redes sociales en cualquier servidor. Al utilizar para su funcionamiento programas, intérpretes y protocolos libres, permiten que quienes tengan los conocimientos puedan descargar el software desde los repositorios, montar un nodo propio y gestionarlo, así como también colaborar en el desarrollo de los proyectos. Con el fin de preservar estos derechos, los programas y protocolos tienen licencias libres -en su mayoría llevan la licencia AGPLv33– que garantizan la cooperación con la comunidad en el caso de software que corra en servidores de red.
Sin embargo, el mayor potencial radica en la dimensión ética. Esta característica -es decir, que sean libres- es fundamental para garantizar que el control de la red, de su actividad y de la información que allí se publica no quede en manos de una única entidad (ya sea una persona física o una empresa, como sucede con las redes privativas). La disponibilidad del código, que permite que la comunidad de usuarixs pueda examinar, mantener y mejorar el funcionamiento de estas plataformas en todo momento de forma colaborativa, añade también mayor transparencia a su funcionamiento.
Descentralizadas
Cada red social libre funciona sobre muchos servidores -que se denominan nodos, instancias o, en inglés, pods– conectados entre sí, que constituyen una malla donde se comportan como iguales, en un esquema horizontal y sin jerarquías. Como se mencionó en el apartado anterior, al encontrarse disponible el código fuente, una organización, institución o individux puede descargarlo e instalar su propio nodo, que se integra a esta red de instancias que se estructuran de forma distribuida o descentralizada.
En la imagen se puede observar las diferentes formas de conectar los nodos entre sí que presentan las redes. El esquema centralizado corresponde a las redes privativas -como Facebook, Twitter, Instagram, entre otras- donde un único servidor concentra a la totalidad de usuarixs, negando la posibilidad de elegir dónde crear una cuenta personal, de gestionar un nodo propio o de establecer y negociar las reglas de participación. Por otra parte, el modelo de red distribuida es adoptado por algunas redes libres, mientras que la mayor parte de ellas sigue el esquema de red descentralizada.

En las redes descentralizadas y en las distribuidas, cada usuarix puede elegir en qué nodo desea crear su cuenta e incluso tener varias cuentas en una misma red social. El registro de nuevxs usuarixs en general es libre, siempre que las suscripciones se encuentren abiertas. Esto depende de varios factores. El primero de ellos es que el servidor tenga espacio suficiente para alojar más cuentas. Muchas veces los nodos superan rápidamente su capacidad, lo que impide el ingreso de usuarixs nuevxs pero también dificulta la comunicación a quienes ya están registradxs (por ejemplo, ralentizando el servicio o limitando la publicación de contenido multimedia).
En algunos casos los registros se gestionan por invitación de otrxs usuarixs -como fue el caso de Diaspora* en sus inicios- o a partir de una evaluación del equipo de administración de la instancia -como sucede en varios nodos de Mastodon. Esto último se suele implementar para evitar que un nodo concentre gran cantidad de usuarixs, para impulsar el crecimiento de instancias pequeñas o nuevas y también para prevenir el ingreso de personas que a priori no acuerden con las políticas de uso.
Asimismo, algunas redes sociales libres invitan a que lxs usuarixs se registren en los nodos o instancias según locación geográfica o idiomas, intereses comunes o preferencias temáticas (política, artes, etc.). A su vez, numerosas organizaciones sociales y políticas cuentan con su propio nodo y, en muchos de los casos, el registro sólo está abierto para sus integrantes. En menor medida, universidades -principalmente en Europa- tienen instancias propias que admiten la creación de cuentas únicamente a docentes y estudiantes de las instituciones (Cabrera Franco, 2017).
Por último, lxs usuarixs pueden moverse de un servidor a otro si las condiciones de un nodo no lxs satisfacen. Gran parte de las redes libres han incorporado la posibilidad de exportar perfiles, de manera que al cambiar de instancia, se pueden conservar la mayoría de los datos de configuración de las cuentas y, en algunos casos, también parte de las publicaciones (por lo general, el contenido multimedia).
Federadas
Las redes sociales libres utilizan distintos protocolos que, mediante estándares abiertos, garantizan la interoperabilidad entre diferentes aplicaciones. Cuando varias redes comparten un mismo protocolo, se dice que “federan” entre sí: lxs usuarixs pueden interactuar aunque sus perfiles hayan sido creado en distintos nodos, e incluso en diferentes redes sociales. De esta forma, se construyen espacios de comunicación abiertos y cada vez más amplios (Guardado Albarreal, 2018).
Actualmente existen once protocolos de comunicación libres: ActivityPub, Ostatus, Zot, DFRN, Diaspora, Matrix, Outbound, Inbound, Webmention, XMPP y SMTP. En la siguiente tabla se observa la cantidad de nodos o instancias que funcionan bajo cada protocolo -sin distinción de plataforma o red social- y la cantidad total de usuarixs:

Teniendo en cuenta este contexto sumamente heterogéneo, y a los fines de organizar la presentación de los contenidos, este trabajo suscribe a la distinción propuesta por Sean Tilley (2017):
En la actualidad existen dos superredes en el espacio federado de comunicación social, y trabajan con protocolos diferentes. Se las conoce como el Fediverso y la Federación. Mientras que ambas superredes funcionan de manera similar, e incluso tienen objetivos similares, cada una proviene de una historia de desarrollo diferente. Todas las redes en conjunto se conocen como la Red Libre.
Así, la Federación hace referencia a una red de interoperabilidad que consta de servidores contectados entre sí mediante el protocolo de Diaspora. Es un estándar de comunicación distinto de OStatus, y que permite que cuatro plataformas diferentes se comuniquen entre sí: Diaspora*, Friendica, Hubzilla, GangGo y Socialhome.
El término Fediverso -acrónimo de federación y universo– se utiliza para denominar al conjunto de redes sociales libres que funcionan bajo el protocolo ActivityPub. En un principio, esta denominación incluía específicamente a las plataformas de microblogging que admitían el protocolo OStatus, pero con la aparición y la adopción de ActivityPub como nuevo protocolo estándar, se extendió este nombre a un conjunto más amplio de redes sociales.
El siguiente diagrama ilustra los protocolos libres, las redes que los utilizan y la forma en que federan entre ellas:

Autogestionadas
La mayoría de nodos de las redes sociales libres actualmente disponibles no persiguen lucros económicos, son gestionados por grupos o comunidades con una conciencia crítica sobre la tecnología, y se sostienen gracias al trabajo voluntario y a distintos formatos y estrategias para recaudar fondos. En este sentido, cuando se habla de la autogestión de las redes sociales, se hace referencia a la posibilidad de una institución, agrupación o colectivo para administrar y mantener su propia red social, lo que les permitiría, a diferencia de lo que pasa con las redes privativas, el resguardo y protección de su propia información (Cabrera Franco, 2017).
La persona o grupo que gestiona una instancia pueden decidir cómo organizarla, cómo financiarse, cómo manejar los datos, qué políticas seguir sobre los contenidos, etc. En esta dimensión aparece más claramente la pregunta respecto a los intereses enunciada en el capítulo anterior, en tanto:
defender y apoyar a los servidores autónomos de proximidad (política, geográfica, de idioma) resulta en un Internet basado en valores comunes, donde las personas que mantienen nuestros servicios lo hacen para apoyar lo que hacemos y no para vendernos a la autoridad o los publicistas. La práctica da forma a las herramientas, y las herramientas dan forma a las prácticas. (de la O, 2014: 62)
Esta característica ofrece innumerables ventajas a las colectivas transfeministas para establecer sus propias reglas de participación; aceptar o rechazar determinados temas, e incluso usuarixs; sancionar hostigamiento y acoso; garantizar el respeto a la privacidad de los datos, entre otras posibilidades que permiten crear espacios seguros para la comunicación. Estas pautas, en la mayoría de las redes, se condensan en los términos de uso.
En los siguientes apartados se describen en detalle algunas redes libres. La selección responde a varios factores: por un lado, ofrecen formas de publicación y comunicación identificadas como prioritarias en la indagación llevada a cabo para la realización del presente trabajo; por otro lado, se caracterizan por la implementación de códigos de conducta que regulan y limitan el contenido misógino y lesbo/homo/transfóbico; y por último, utilizan el protocolo ActivityPub que presenta el grado de desarrollo más avanzado en la actualidad, permitiendo una vinculación más amplia entre redes sociales y una mayor funcionalidad para los fines que plantea este proyecto.
Referencias:
1 En informática y telecomunicación, un protocolo de comunicación es un sistema de reglas que permiten que dos o más entidades se comuniquen entre ellas para transmitir información. Se trata de las reglas o el estándar que define la sintaxis, semántica y sincronización de la comunicación. Los protocolos pueden ser implementados por hardware, por software, o por una combinación de ambos. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Protocolo_de_comunicaciones
2 Acrónimo de “Quitting Twitter”, que se traduce como “Abandonando Twitter”.
3 Affero General Public License – versión 3. El texto completo de la licencia se encuentra disponible en: https://www.gnu.org/licenses/agpl-3.0.html